La culpa es del spam: cambio climático y consumo energético

La culpa es del spam: cambio climático y consumo energético

Ilustración Anónima

¿Qué vínculo hay entre nuestro uso de la tecnología y las catástrofes naturales de la actualidad?

Durante las últimas semanas, hemos sido testigos de la agudización de la crisis ambiental que vive nuestro planeta. Según fuentes oficiales, más de 500 mil hectáreas de bosque amazónico han sido arrasadas por los incendios forestales que se han presentado durante el último mes. Países como Brasil, Bolivia y Paraguay se han visto afectados de manera directa por los incendios, mientras que el mundo entero observa en silencio cómo se quema sin control el espacio de mayor biodiversidad del planeta. Frente a esta situación, nos preguntamos: ¿llegó la humanidad a un punto de no retorno? ¿las visiones apocalípticas que anteponen el fin del mundo al de capitalismo están triunfando? ¿Qué papel tiene la tecnología y el desarrollo científico frente a la crisis ambiental global? y ¿cómo nuestro estilo de vida tecnológico contribuye a profundizar la crisis ambiental?

Una primera pregunta lógica tiene que ver con nuestro nivel de consumo energético a escala masiva. Día a día, millones de personas consumen energía de manera constante. ¿Podríamos calcular este consumo a nivel mundial y relacionar de alguna manera estos datos con la catástrofe ambiental del Amazonas?

Un fenómeno interesante para nuestros cálculos (y muy común en nuestro tiempo) es el consumo fantasma de electricidad, que se produce cuando los electrodomésticos se encuentran apagados pero no desenchufados, es decir, en modo stand by (listos para ser utilizados). El gasto de energía diario de estos aparatos es de 1,6 kWh, lo que representa entre el 5 y el 10% del consumo total de energía en un hogar, energía que muy seguramente es producida en una de las 1303 hidroeléctricas que existen en el mundo; y sabemos bien de los impactos ambientales, sociales y culturales que genera la construcción y el funcionamiento de las hidroeléctricas en las regiones apartadas de los países donde se construyen (ver Informe de estado de la energía hidroeléctrica 2019). Hay consecuencias directas e indirectas de nuestra infraestructura eléctrica actual, tal y como está diseñada.

Un bombillo de 100 W consume 12 kWh, una ducha eléctrica de 1500 W consume 10,5 kWh, un computador de 120 W consume 7,2 kWh y un cargador de 12 W conectado con celular consume 0,192 kWh. Si estas cifras se analizan por separado, probablemente no generen una mayor repercusión ni discusiones: la tensión comienza cuando nuestro estilo de vida tecnológico, o más bien, el uso de aparatos tecnológicos en nuestra vida cotidiana contribuye significativamente al consumo exacerbado de energía y con él, a la ampliación de la huella ecológica y ambiental.

En relación con lo anterior, y sin ánimos de seguir alimentando una visión catastrófica y generalizada en torno al fin del mundo, la compañía de seguridad de software especializada en seguridad informática, McAfee Inc., contrató a los consultores de cambio de climático ICF y al experto en correos spam Richi Jennigs para calcular el impacto ambiental y la energía que es utilizada para transmitir, procesar y filtrar los correos spam, un ejercicio que es habitual para las personas que estudian, trabajan o utilizan cotidianamente. Los investigadores concluyen que, a nivel global, transmitir, procesar y filtrar los correos spam gasta un total de 33 000 millones de kWh, cifra que es equivalente a la electricidad que se utiliza para abastecer el servicio de energía a 2,4 millones de hogares; así mismo, el impacto ambiental que generan estas acciones se compara con las emisiones de invernadero que generan 3,1 millones de automóviles, una cifra escalofriante.

El estudio al que nos referimos se titula “Carbon Footprint of Spam” y se realizó en doce países: Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, Japón, India, México, España, Estados Unidos y Reino Unido. En el informe también se añade que, debido a que el 80% de los correos spam terminan siendo ignorados o eliminados, la energía que se utiliza en su transferencia y procesamiento es desaprovechada. Los investigadores añaden que un filtrado antispam ahorraría 135 TWh de electricidad al año, lo que en cifra reales equivale a sacar de las vías de las grandes ciudades 13 millones de vehículos en circulación. Así mismo, en el documento se añade que el uso de un filtro antispam reduciría en un 75% la energía utilizada en el proceso de transmisión, procesamiento y filtración de los correos spam.

No sabemos si el informe presentado por McAfee, Inc. viene acompañado de una estrategia de venta de filtros antispam o si se trata de un llamado a entender las implicaciones sociales, ambientales y culturales que tiene el uso de aparatos tecnológicos en el mundo actual. Lo que sí es evidente es que el uso de aparatos como el computador, el celular o la tablet contribuyen significativamente al gasto de energía eléctrica, y que el funcionamiento de los servidores de las grandes compañías como Google, Amazon o Apple utilizados para el almacenamiento de correos electrónicos, películas, música, datos, información y contenidos de redes sociales también genera el 2% de las emisiones de CO2 en el planeta. Sobre esta misma línea, organizaciones como Orange han impulsado campañas como #EcleaningDays, con la cual pretende generar conciencia sobre la importancia de eliminar los correos electrónicos que no sean necesarios. Para ellos, “entre menos correos, menos ordenadores”.

Lo expuesto anteriormente evidencia que la crisis ambiental global por la que atraviesa nuestra planeta no solo es producto de la sobreexplotación de los bienes naturales renovables y no renovables, sino también del aumento de la población a nivel mundial, el desarrollo de la industria, la ciencia y la tecnología, la contaminación, tala y quema de bosques y fuentes hídricas, la falta de conciencia humana y ambiental y el consumo fantasma de electricidad. También es producto de la reproducción de hábitos de vida “poco saludables” creados a partir del uso cotidiano de la tecnología. Frente a este fenómeno, el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) hace una serie de recomendaciones que contribuyen de manera significativa a la preservación del ambiente y a la reducción de CO2, a saber: No al stand by, cambio de los sistemas de transporte de energías fósiles a energías renovables, reducción del consumo de energía en iluminación, autoconsumo, uso de electrodomésticos de bajo consumo.

Finalmente, si usted quiere contribuir a la protección del medio ambiente desde su puesto de trabajo o lugar de estudio no olvide: 1) ordenar los correos electrónicos tan pronto los reciba, esto le permitirá identificar el exceso de correos electrónicos y eliminar los que son innecesarios, 2) eliminar los correos electrónicos que ocupan más espacio en su bandeja de entrada, 3) limpiar la carpeta de spam, se considera que esta es la causa principal del gasto de energía en un correo electrónico y 4) vacíe su carpeta de basura, entre menos correos menos ordenadores.